Las XII Jornadas sobre la Cultura de la República: "Las mujeres en la Segunda República Española" tendrán lugar en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Autónoma de Madrid entre los días 8 a 10 de abril de 2014. Las personas interesadas en participar con una comunicación pueden enviar el título de su propuesta y un resumen de 15 líneas aproximadamente antes del 10 de febrero.
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Las mujeres han tenido siempre una actuación fundamental en la Historia de la España moderna y contemporánea: en la lucha por la Segunda República; en la proclamación de la misma en abril de 1931; después, a todo lo largo del azaroso periplo republicano, incluyendo la guerra civil y su trágico final; en el exilio; en la lucha antifranquista. Ellas tuvieron un papel histórico en la legislación de la República al conseguir el voto en las elecciones; el matrimonio civil como opción y, asimismo, el divorcio. En efecto, las mujeres españolas entraban así en el siglo XX, aunque no por mucho tiempo: la dictadura del General Franco las relegó de nuevo a la mesa camilla, a las tareas domésticas y a la maternidad, todo ello bajo la atenta vigilancia de la Iglesia Católica.
Durante la República, las mujeres participaron en la vida política dentro de un amplio espectro ideológico, desde el comunismo y el anarquismo al liberalismo; así, entre otras, Dolores Ibárruri (Pasionaria), Victoria Kent, Clara Campoamor, María Zambrano, Carmen de Burgos, María Moliner, Federica Montseny, María Teresa León, Maruja Mallo, Rosa Chacel, Matilde Landa, Rosario del Olmo, María Luisa Carnés, Regina de Lamo y su hija Carlota O’Neill,y tantas otras. Sin olvidar, en otro orden, a Aida Lafuente y Juanita Rico (ambas caídas antes de la guerra civil; la segunda, asesinada por los fascistas en las calles de Madrid a sus diecisiete años); ni a Lina Odena, muerta en la defensa de Granada. Mención especial merecen aquí Áurea Carmona Nanclares y sus declaraciones a Estampa (28 agosto, 1937), en que afirmaba: «Por el momento soy la única mujer miliciana de la Cultura. Por eso estoy orgullosa». La sublevación fascista la sorprendió en la Sierra madrileña, en Rascafría, donde comenzó, ya el mismo 18 de Julio, a servir como enfermera; a renglón seguido fue comisaria política, y al poco miliciana de la cultura entre sus compañeros analfabetos. Y dice:
Y en cuanto a “mis alumnas”, y no hablo como mujer, sino como maestra, mis alumnas, casi todas ellas enfermeras, dan un mentís rotundo a la supuesta inferioridad intelectual de la mujer… Solo afirmo esto: que se den mucha prisa los hombres, porque sale a la palestra una generación de mujeres españolas que van a tener que verse y desearse para poder ser dignos de ellas.
Esta alfabetización durante la guerra misma es, sin duda, un elemento más de los logros educativos de la Segunda República desde sus comienzos.
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